El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde

La liga extraordinaria, Once Upon a Time, La Momia… De pronto el doctor Jekyll y el señor Hyde estaban en todos lados. Sin embargo, no parecían ser dignos de contar su propia historia, así que, naturalmente, me di a la tarea de buscarla para comprender de una vez por todas estas apariciones que tanto me llamaban la atención, y grande fue mi sorpresa al encontrarme una novela de menos de 100 páginas acerca de la dualidad entre el bien y el mal dentro de uno mismo, escrita por el mismo autor de La isla del tesoro.

Pero como suele suceder cuando se conocen varias versiones de la misma historia, es un poco difícil mantener separadas las adaptaciones de la obra original, por lo que tuve que dejar pasar algo de tiempo para olvidar un poco las ya mencionadas, y así poder leer el libro con la mente lo más en blanco posible. ¿Funcionó? No del todo.


«No era en mayor medida yo mismo cuando dejaba a un lado cualquier restricción y me sumía en el deshonor, que cuando me esforzaba, a la luz del día, para profundizar en el conocimiento o el alivio de las penas y los sufrimientos».

Nombre del libro: El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde
Autor: Robert Louis Stevenson
Año de publicación: 1886
Género: Novela policíaca, ciencia ficción

Nos ubicamos en el Londres de la segunda mitad del siglo XIX, en donde un joven abogado, Gabriel John Utterson, se vuelve testigo de algunos acontecimientos bastaste extraños que van teniendo lugar alrededor de un cliente y viejo amigo suyo, el doctor Enrique Jekyll, y las siempre desagradables apariciones de un tal Eduardo Hyde.

Cuando llega a los oídos de Utterson la historia de cómo este misterioso hombre estuvo a punto de darse a la fuga tras lastimar a una niña pequeña, recuerda dónde había visto su nombre con anterioridad: el testamento del doctor. Debido al gran desacuerdo en el que terminaron ambos mientras redactaban el documento, el abogado decide investigar la situación por su cuenta con la esperanza de llegar al fondo de todo, ¡y vaya que lo hace!

Podríamos catalogar esta historia como ciencia ficción, pero ésta como tal no está presente hasta el final de la misma, siendo más bien algo que sirvió para dar paso a toda la trama, por lo que el misterio es realmente lo que se lleva todo el protagonismo. ¿Cuál es la relación que existe entre el doctor Jekyll y el señor Hyde? ¿Cómo se conocieron? ¿Por qué el primero se empeña en defender tanto al otro? ¿Qué hace a Hyde tan incómodo de tratar? Sin embargo, como menciono más arriba, llegué a este libro por sus adaptaciones dentro de otras historias más grandes, por lo que ya conocía todas las respuestas. En un principio me pareció algo lamentable, pero, tal y como sucede cuando ya se conoce el desenlace de una trama de este tipo, es más sencillo ubicar y relacionar las pistas sobre las que se van construyendo la trama, por lo que puedo decir con seguridad que está muy bien construida.

Es muy sencillo conectar profundamente con la curiosidad y frustración de Utterson a lo largo de toda la historia, lo que es asombroso, considerando que mi edición tiene 97 páginas y que la trama (no del todo complicada, pero tampoco del todo sencilla) fluye enteramente por su cuenta.


«Pensaba que si alguna vez llegaba a fijar sus ojos en él, se aclararía el misterio, desapareciendo en lo absoluto, como sucede con todo lo sobrenatural cuando se examina de cerca».


Los personajes son uno de los puntos más fuertes del libro. Bastante reales, en mi opinión. Utterson es un personaje refrescante, pues cuando alguien es descrito como callado, frío y de sonrisa difícil solemos identificarlo como villano o antagonista, pero aquí nos encontramos con un excelente amigo que sólo quiere ayudar.

El doctor Jekyll es, por otro lado, lo que podríamos llamar un científico loco. Su interesante «doble moralidad» es el punto central de toda la trama y del que surgen todos los problemas que se tratan en ella. Es consiente de los grandes errores que cometió durante su búsqueda de una vida plena e intenta remediarlos en lo que le es posible, lográndolo en varias ocasiones, pero siempre estando al borde la tentación.

Hyde es la razón por la que todas las adaptaciones son bastante malas. Haciendo a un lado su edad, Jekyll es muy bien representado en todas, pero siempre se toman demasiadas libertades respecto al personaje de Hyde. En el libro es descrito como un hombre bajito y desagradable a la vista debido a una malformación difícil de ubicar, mientras que en las pantallas grande y chica aparece como una enorme bestia grotesca y destructora… que técnicamente sí es, pero no de una manera tan literal, sino más bien debido a sus terribles acciones como humano y su completa indiferencia o regocijo ante ellas.

Tenemos otros pocos personajes clave, como el señor Effield, el doctor Lyon y Poole, el mayordomo de Jekyll, pero más allá de orientar a Utterson a lo largo de sus investigaciones, no tienen mayor relevancia.

Por último, cabe destacar que es bastante sencillo identificar lo que podríamos llamar la «moraleja» de la obra: todos estamos compuestos por una parte buena y una mala que a menudo están en conflicto, llevándonos constantemente a la duda y a la hipocresía, por lo que sin importar a cuál decidamos seguir, nunca demos subestimar a la otra.


«Y debe ser algo así: el espectro de algún antiguo pecado, el roedor de alguna vergüenza oculta, cuyo castigo viene cuando años después la memoria ha olvidado su falta y el amor propio la ha perdonado».

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